Los seres humanos nos contamos historias sobre todo lo que sucede en nuestra vida. Y no importa si son verdad o mentira, lo que importa es si nos las creemos o no.
Una de estas historias es sobre la lucha entre hombres y mujeres. Se ha basado en creencias falsas (son menos fuertes, son más emocionales, etc.) que han tenido consecuencias nefastas para todos, especialmente para una parte importante de los seres humanos: las mujeres.
Hace más de 5.000 años los chinos descubrieron que todo en el universo se sostiene y desarrolla gracias a dos fuerzas opuestas y complementarias que se necesitan la una a la otra. Lo llamaron Yin-yang. Pero en ese afán de contarnos malas historias empezamos a identificar el Yin con el género femenino y el Yang con el género masculino. Y no solo eso, sino que además olvidamos que son fuerzas complementarias y las catalogamos solo como opuestas y además una mejor que la otra…
En la naturaleza es muy evidente este autoengaño pues el día sin la noche no existiría, lo mismo que el frío sin el calor, etc.
Honrar el Principio Femenino
Si realmente queremos honrar y homenajear al principio o fuerza o energía femenina de la existencia y reconocer su igualdad con el principio masculino de la existencia, debemos comenzar por darnos cuenta que esto no es una lucha, porque en todos los seres humanos, independiente de sí son hombres o mujeres, existe el doble principio de energía femenina y masculina. En todos sin excepción.
Y lo está aunque físicamente en nuestro exterior seamos diferentes. Solo tenemos que remontarnos a nuestro origen para verlo: todos nacemos de un elemento de energía o principio femenino, el óvulo, y uno de energía o principio masculino, el espermatozoide.
Si de verdad queremos honrar al principio femenino de la energía y la vida, los hombres debemos comenzar a reconocer y desarrollar nuestra energía femenina y las mujeres, su energía masculina.
Solo así lograremos la armonía.
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