Después de leer el libro de Luis De regreso a la vida en el que nos comparte su viaje a la recuperación de la salud, es inevitable que surjan cuestionamientos y reflexiones sobre qué estamos haciendo con nuestra vida.
En una ocasión, le preguntaron al Dalai Lama qué opinión tenía sobre las personas en occidente (una opinión que a estas alturas se podría extender a otras latitudes también). Con su mesura y calma habitual, hizo una reflexión que es muy acorde a este relato:
“Trabajan para ganar un dinero que después necesitan gastar para
recuperar la salud que perdieron trabajando. Y viven como si no fueran a morir y mueren como si nunca hubieran vivido”.
Esta opinión coincide con la experiencia de la Dra. Elizabeth Kübbler-Ross, que dedicó su vida a acompañar a personas en fase terminal. Todas se lamentaban de lo mismo:
no haberlo intentado lo suficiente, no haber hecho aquello que realmente querían.
No sé a ti, pero a mí me surgen varias preguntas a raíz de estas
conclusiones:
- ¿Podemos llamar vida a lo que vivimos hoy?
- ¿No serán la enfermedad, el sufrimiento, el estrés, etc., una consecuencia directa de esta “vida inconsciente” que vivimos?
- Y, si es así, ¿no serán circunstancias que se puedan erradicar, si cambiamos de vida?
Estoy convencido que la enfermedad es una reacción rotunda y contundente del cuerpo, a través de la cual se defiende de nuestro actuar inconsciente y nos llama la atención con el único objetivo de “salvarnos la vida”. Así le pasó a Luis, según nos cuenta en su historia.
Por nuestro modo de actuar, pareciera que no tenemos ningún aprecio por la vida. Solemos creer que nos da miedo la muerte, cuando en realidad, es más bien al revés, pues de lo contrario, no haríamos tantas cosas que nos alejan de la vida y nos acercan a la muerte.
La gran incógnita que me surge es si realmente actuamos así con intención o en realidad somos víctimas de un inconsciente individual y colectivo que nos arrastra a actuar de una manera tan demente.
Como ejemplo, podemos poner algunas de nuestras múltiples formas de comportarnos en el día a día y que más bien parecieran fruto de nuestro peor enemigo, si tenemos en cuenta el daño que nos provocan:
- Corremos todo el día como autómatas zombis, sin plantearnos si merece la pena, pues creemos que “así es la vida”.
- Debido a ese “nivel de prisa”, hemos desarrollado toda una industria alimentaria de la “comida rápida”, prefabricada, procesada y adulterada, que nos ayude a mantener ese ritmo frenético. No hay tiempo para esperar a la naturaleza y sus ritmos, ni para cocinar a fuego lento, ni tampoco para saborear la comida que ingerimos.
- Y entonces llega el fin de semana y necesitamos atiborrarnos de juego, alcohol y hasta drogas para evadirnos, pues es el “momento de disfrute” que tenemos…
Ese es el sinsentido del que habla el Dalai Lama y que refleja la Dra. Kübler-Ross en sus libros.
Nos aterra morir, pero hacemos todo lo que está en nuestras manos para malvivir y aunque vivimos más años que nunca antes en la historia de la humanidad, es todo gracias a la medicina que nos mantiene en una especie de embalsamamiento gracias a los tratamientos y las pastillas.
Me encantaría saber cuántas pastillas promedio tomamos los seres humanos hoy.
Según el Dr. Bruce Lipton, a quien cita Luis en su libro, la principal causa de muerte en EE.UU son los efectos secundarios de la medicación.
Pero no quiero demonizar a la medicina alopática. Es increíble el nivel de desarrollo y avance que ha logrado y que sigue logrando en su búsqueda por erradicar enfermedades nuevas que no paran de surgir, por alargar la vida y por evitar el dolor. Y eso habla de nuestra gran capacidad de evolución y desarrollo.
La conclusión que podemos extraer hasta aquí es que “menos mal que existen los hospitales”, pues con una vida así dejamos de ser considerados una sociedad sana y pasamos a ser considerados una sociedad enferma (el aumento de enfermedades ha crecido en paralelo al desarrollo de la vida).
Es decir, vivimos vidas más longevas, pero no más sanas ni felices. Y, ¿cuál es el sentido de la vida? ¿Vivir una vida plena, en paz y gozosa o vivir una vida larga marcada por la enfermedad y el sufrimiento?
La vía de la espiritualidad y las terapias alternativas
En paralelo a esta forma de ver la vida y la enfermedad, se está extendiendo otra manera más cercana a la “espiritualidad” y las terapias alternativas.
En general, son procesos integrales que no atienden solo al síntoma, al dolor o a la manifestación física de la enfermedad, sino que también buscan la raíz, la causa, el “mensaje” que la enfermedad tiene para el paciente.
El cambio es notable, pues la enfermedad deja de ser vista solo como un problema y gana un matiz de enseñanza y aprendizaje. Es el caso de la historia que Luis nos comparte. El libro es el relato del camino a ese despertar, a esa sabiduría, a esa iluminación que ha vivido “gracias” a un cáncer padecido y superado.
Lo curioso para mí de esta vía más espiritual y alternativa es que:
- Sigue existiendo la relación terapeuta-paciente en la mayoría de los casos. Es decir, el paciente busca que lo sanen y el terapeuta es quien sabe sanar…
- La enfermedad sigue teniendo ese carácter inevitable. Es decir, el proceso de estar vivo conlleva padecer enfermedades. Solo que podemos usarlas para crecer.
¿Y si la enfermedad no fuera necesaria?
Independiente de si buscamos una vía más tradicional o más alternativa, más o menos espiritual, lo que está claro es que el ser humano está lejos de su mejor versión o estado ideal. No creo que nadie cuestione esto.
Tal vez es el momento de parar un poco y tomar en consideración algunos detalles que nos permitan vislumbrar otras posibilidades.
El ser humano, al igual que la naturaleza, nuestro planeta tierra, el sistema solar, la galaxia y el universo (hasta donde conocemos) es un sistema con tres características clave: es Integral, todo está Conectado y en Equilibrio.
- Integral quiere decir que las partes conforman un todo íntegro, como si se tratara de una sola pieza.
- Esto ocurre gracias a que todas las partes están conectadas entre sí.
- Y esta conexión de las partes les permite desarrollarse de manera interdependiente.
Es decir, cuando afectas una parte, afectas al todo.
Sin embargo, en nuestra inconsciencia y desconocimiento de nosotros mismos, los seres humanos no nos gestionamos de manera integral. Más bien al contrario. Pensamos una cosa, sentimos otra y acabamos haciendo una muy diferente…
Como cuenta Luis en su libro, caemos víctimas de nuestras propias creencias limitantes, que desconocemos pero que nos condicionan. Huimos de nuestras emociones porque creemos que o bien nos debilitan o bien nos descontrolan. Y como consecuencia de todo ello, no tenemos ni idea de lo que está pasando en nuestro cuerpo.
Solo percibimos nuestros procesos internos cuando ya han alcanzado el grado de enfermedad y entonces, nos vemos obligados a buscar ayuda. Y esto le ocurre hoy día a todo tipo de personas: deportistas y no deportistas (es independiente de que lleven una vida saludable); creyentes y no creyentes, espirituales y pragmáticos…
El relato de Luis nos muestra cómo decidió hacerse cargo de su cáncer, asumiendo que él mismo se lo había provocado, dado que la enfermedad no es el estado natural del ser humano, sino que es fruto de nuestro propio desequilibrio.
Le agradezco que me haya dado este espacio desde el que compartir una reflexión que surge desde mi propia experiencia de vida, desde mi estado actual de conciencia.
Más que una respuesta, mi intención es compartir mis propias reflexiones y preguntas, para que tú puedas hacer tu reflexión y encontrar tus propias respuestas. Por eso quiero terminar este prólogo haciéndote algunas preguntas más y una invitación:
- ¿Y si viviéramos de tal manera que la vida fuera un proceso más de experimentación y descubrimiento?
- ¿Crees que sería posible si nos gestionamos conscientemente y unificamos nuestros cuerpos mental, emocional y físico?
- O, ¿es inevitable un camino condicionado por la enfermedad, el sufrimiento y el dolor?
La vida es reflejo de quienes somos, de nuestro modelo mental. Tómatela como tu campo de experimentación y no te conformes con lo que te digan los demás. Encuentra tu camino, encuentra tus respuestas.
¡Vive consciente!
Este texto lo escribí para ser publicado como prólogo del libro: De Regreso a la Vida. Experiencia de aprendizaje desde el cáncer. Luis Hernán Toro. Editorial Ediquid. Año 2021. Puedes contactar con su autor a través de sus Redes Sociales: Facebook e Instagram.
Agradezco de corazón a Luis el espacio que me brindó para poder realizar esta reflexión sobre la enfermedad y compartirla contigo.
0 comentarios